El niño interior y sus heridas

Esta semana hablamos de las heridas emocionales de la infancia y la sanación del niño interior. 

La mayoría de nosotros tiene un niño herido viviendo en su interior que necesita nuestra atención. Si trabajamos para ser más conscientes, oiremos su voz pidiendo ayuda. Sanar la herida infantil nos llevará a actualizar la mejor versión de nosotros mismos, la más auténtica y creativa, a la vez que responsable y madura. 

Durante la etapa infantil ocurren muchas situaciones que nos dejan una huella profunda, una huella que arrastraremos en la vida adulta y que es necesario trabajar si queremos tener una vida más plena, una mejor resolución de los conflictos y unas relaciones más sanas y conscientes.

Las heridas no siempre se forman por la vivencia de sucesos traumáticos y negligentes por parte de nuestros cuidadores. A veces son el resultado de la interpretación que le dimos a los hechos vividos en nuestra infancia. Los niños, debido a su inmadurez emocional, no siempre interpretan los hechos de una manera afín a la realidad.

Es posible encontrar personas fuertemente marcadas por una herida en concreto, pero lo más normal es que todos hayamos vivido en algún momento cada una de las heridas. Las heridas forman parte de nuestro proceso natural de crecimiento y conocerlas nos ayuda a entender nuestros patrones de comportamiento y aquellos problemas que se repiten en nuestras vidas una y otra vez.

Atraemos lo que más tememos para reabrir las heridas y tener la ocasión de verlas y sanarlas.

La buena noticia es que todo es susceptible de cambio. De hecho, todo está en continuo cambio. Seguro que muchos de nosotros hemos pasado ya por varias versiones de nosotros mismos.

Vamos a hacer un pequeño resumen de cada herida acercándonos a su origen, tratamiento y prevención.

HERIDA DE ABANDONO:

Hay personas que no sintieron recibir el afecto y la atención que necesitaban durante su infancia. Se sintieron (en cierto modo) abandonados por sus cuidadores principales y desarrollaron un miedo atroz a la soledad. En la vida adulta sufren de dependencia emocional, aguantando relaciones poco nutritivas con tal de no sentirse solos.

Otras veces, serán ellos los que abandonen para evitar revivir dicha experiencia traumática. Pueden ser muy exigentes con sus parejas y sentirse no queridos. Su mensaje se socorro es: QUIÉREME! Nunca reciben suficiente atención para llenar el vacío que su herida les dejó y suelen desarrollar una tendencia muy marcada hacia el victimismo y el drama exagerado (de esto hablaremos en otro post).

¿CÓMO SE SANA LA HERIDA DE ABANDONO? Trabajando el miedo a la soledad, pasando tiempo con nosotros mismos, realizando actividades que nos gusten, practicando el autocuidado, fortaleciendo la autoestima, identificando los autosabotajes y conectando con el niño interior.

Algunas ideas para prevenir esta herida son: pasar tiempo de calidad con nuestros hijos, escucharles de verdad (de la buena), atender sus demandas afectivas, etc.

HERIDA DE RECHAZO:

Es una de las heridas más profundas porque implica el rechazo hacia nuestra propia persona. Tiene su origen en experiencias de no aceptación por parte de los padres, familiares cercanos o amigos. Puede ocurrir que el niño llegara en un momento en el que los padres no tenían previsto tenerlo o bien deseaban el sexo contrario.

Cuando un niño recibe señales de rechazo crece en su interior la semilla del autodesprecio. Este niño, interpretando la realidad de la mejor manera que le es posible, piensa que no es digno de amar ni de ser amado y va interiorizando este sentimiento. Así, llega un momento en que la más mínima crítica le originará sufrimiento y, para compensarlo, necesita el reconocimiento y la aprobación de los demás.

Al adulto con herida de rechazo le será difícil acoger experiencias placenteras y de éxito debido a un sentimiento de vacío interno y a la creencia de “no merecer”.

¿CÓMO SE SANA LA HERIDA DE RECHAZO? Empezando a valorarse y a reconocerse, obviando los mensajes que el diálogo interno nos envía, trabajando las inseguridades, ganando mayor confianza en nosotros mismos y comenzando, poco a poco, a sentirnos más capaces, ocupando el lugar que nos corresponde, arriesgando y tomando decisiones por uno mismo.

Algunas ideas para prevenir esta herida son: transmitir seguridad a nuestros hijos, dándoles autonomía en la toma de decisiones y enseñarles a recibir las críticas constructivas y descartar las destructivas.

HERIDA DE HUMILLACIÓN:

La herida de la humillación se abre cuando el niño siente que sus padres lo desaprueban, ridiculizan y critican, afectando esto directamente a su autoestima. Dichos niños construyen una personalidad dependiente. Están dispuestos a hacer cualquier cosa por sentirse útiles y válidos, lo cual contribuye a alimentar más su herida, ya que su propio auto-reconocimiento depende de la imagen que de él tienen los demás.

Quien ha sufrido la humillación de pequeño tiene dificultades para expresarse como adulto, y es especialista en ridiculizarse a sí mismo. Se considera mucho más pequeño, menos importante y menos digno, valioso o capaz de lo que en realidad es. Son personas que tienden a olvidarse de sus propias necesidades para complacer a los demás y ganarse su cariño, aprobación y respeto.

Tienen gran sentido del deber y quieren demostrar que pueden. Casi nunca están libres para disfrutar. Pueden ser hipersensibles y tomárselo todo muy a pecho. Son especialistas en rebajarse a sí mismos y tienden a culparse de todo.

¿CÓMO SE SANA LA HERIDA DE HUMILLACIÓN? Trabajando nuestra independencia, nuestra libertad, la comprensión de nuestras necesidades y temores, así como nuestras prioridades. La humillación necesita ser soltada a través del perdón hacia las personas que nos dañaron. Si nuestros padres hubieran sido conscientes del daño que hacían con determinadas conductas te garantizo que hubieran actuado diferente.

Algunas ideas para prevenir esta herida son: El trato empático y afectuoso, así como saber poner límites desde el respeto.

HERIDA DE INJUSTICIA:

Se origina cuando los progenitores son fríos, autoritarios y rígidos, imponiendo una educación no respetuosa hacia los niños. La exigencia constante generará en ellos sentimientos de ineficacia, inutilidad y sensación de injusticia.

Esta herida emocional genera adultos rígidos, que no son capaces de negociar ni de mantener diálogos con opiniones diversas. Les cuesta aceptar otros puntos de vista y formas de ser diferentes a las suyas. Dan mucha importancia a las creencias y a los valores, expresando sus opiniones y juicios morales como verdades absolutas y extremas. Suelen ser fanáticos del orden y el perfeccionismo.

Son muy sensibles, pero no se permiten expresar sus sentimientos, lo que hace que sean percibidos como emocionalmente fríos y distantes. Evitan mostrarse vulnerables.

Tienen gran fuerza de voluntad y autocontrol. Al buscar la perfección son exigentes consigo mismos y, por lo tanto, injustos. Les cuesta “parar”, relajarse y disfrutar sin sentirse culpables. Sienten que “deben cumplir con su deber”.

¿CÓMO SE SANA LA HERIDA DE INJUSTICIA? Trabajando la rigidez mental, cultivando la flexibilidad, la tolerancia y la confianza hacia los demás. Dejar atrás las sentencias tipo: “esto es así, porque lo digo yo”.

Algunas ideas para prevenir esta herida son: optar por el diálogo y el estilo educativo democrático. Esto generará que los niños tengan patrones de referencia más flexibles y desarrollen así una autoestima más sana. Tendrán también mayor autoconfianza. Utilicemos también el refuerzo positivo de su conducta.

HERIDA DE TRAICIÓN:

Surge cuando el niño se ha sentido traicionado por alguno de sus cuidadores, que no ha cumplido sus promesas. Esta situación, sobre todo si es repetitiva, generará sentimientos de aislamiento y desconfianza. 

Esta herida emocional construye una personalidad fuerte, posesiva, desconfiada y controladora. Predomina en la persona la necesidad de control para no sentirse engañado. Son personas que dan mucha importancia a la fidelidad y son super posesivas, al punto de no respetar la libertad, el espacio ni los límites de los demás.

¿CÓMO SANAR LA HERIDA DE TRAICIÓN? Trabajar la paciencia, la tolerancia, la confianza y la delegación de responsabilidades en los demás.

Algunas ideas para prevenir esta herida son: No prometer en vano, mostrarnos coherentes en palabras y actos y cumplir siempre con las promesas que les hacemos.

¿Y tú? ¿Te has sentido identificado con alguna de las heridas? Hasta que no nos reconciliamos con ellas la vida se empeña una y otra vez en recordarnos que tenemos un aprendizaje pendiente.

Debes saber que eres tú quien debe amarse incondicionalmente, aceptarse, apoyarse, validarse y reconocer todo el potencial que tienes dentro. Y si quieres yo puedo ayudarte a conseguirlo. Cuanto más te quieras, más se reflejará en tu exterior todo lo bueno que tiene la vida para darte.

En terapia trabajo con varias herramientas que ayudan a identificar las heridas de la infancia y sanar al niño interior herido. Te animo a que inviertas en aquello que no podrías perder en un naufragio.

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